Conocí a una familia que habitaba en el edificio el Centro. Eran mis vecinos en los primeros años en los que viví solo en zona 1. Su hijo tenía cinco años y debieron mudarse porqué el niño decía que detrás de un cuadro que tenía en su cuarto vivía un niño que no lo dejaba dormir. Los padres estaban convencidos de que era su imaginación y aunque el cuadro lo había pintado su abuelo directamente para el niño, lo quitaron y pusieron otro que el niño escogió. Era uno de gatos y perros muy bonito. Pero, a los días el niño volvió a decir que aquel niño de nuevo no lo dejaba dormir. Que salía del cuadro y lo molestaba para no dejarlo dormir. Se volvió un problema porque aunque cambiaron de cuadro incluso por uno de Jesús el niño se seguía negando a dormir en su cuarto porque de atrás de aquél cuadro salía el niño cada noche a molestarlo. Al final se fueron de allí, el niño no los dejaba dormir y aunque pintaron varias veces la pared aquella, la mancha que intentaban cubrir con los cuadros no se iba. Siempre volvía a aparecer y el niño que lo molestaba, según él, aparecía cada noche. Así que aquello no era vida ya para ninguno. Se fueron. Me enteré un par de semanas después que vivían en zona 2 y que de nuevo la calma había vuelto a su hogar. Pero, también me enteré un tiempo después, de que en el apartamento vecino, un niño de doce años había muerto luego de una larga enfermedad. Y que la cama en donde había muerto, estaba justo detrás de la pared en donde aquella familia colgaba unos años después aquellos cuadros. ¿Casualidad? No sé. Pero sí que te deja mucho en que pensar.
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Detrás del cuadro
Conocí a una familia que habitaba en el edificio el Centro. Eran mis vecinos en los primeros años en los que viví solo en zona 1. Su hijo tenía cinco años y debieron mudarse porqué el niño decía que detrás de un cuadro que tenía en su cuarto vivía un niño que no lo dejaba dormir. Los padres estaban convencidos de que era su imaginación y aunque el cuadro lo había pintado su abuelo directamente para el niño, lo quitaron y pusieron otro que el niño escogió. Era uno de gatos y perros muy bonito. Pero, a los días el niño volvió a decir que aquel niño de nuevo no lo dejaba dormir. Que salía del cuadro y lo molestaba para no dejarlo dormir. Se volvió un problema porque aunque cambiaron de cuadro incluso por uno de Jesús el niño se seguía negando a dormir en su cuarto porque de atrás de aquél cuadro salía el niño cada noche a molestarlo. Al final se fueron de allí, el niño no los dejaba dormir y aunque pintaron varias veces la pared aquella, la mancha que intentaban cubrir con los cuadros no se iba. Siempre volvía a aparecer y el niño que lo molestaba, según él, aparecía cada noche. Así que aquello no era vida ya para ninguno. Se fueron. Me enteré un par de semanas después que vivían en zona 2 y que de nuevo la calma había vuelto a su hogar. Pero, también me enteré un tiempo después, de que en el apartamento vecino, un niño de doce años había muerto luego de una larga enfermedad. Y que la cama en donde había muerto, estaba justo detrás de la pared en donde aquella familia colgaba unos años después aquellos cuadros. ¿Casualidad? No sé. Pero sí que te deja mucho en que pensar.
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